La fallida política de “Paz Total” del presidente Gustavo Petro volvió a demostrar su trágico costo este 27 de abril, cuando seis militares del Batallón de Infantería N.º 22 Joaquín París fueron brutalmente asesinados en una emboscada en Charras, departamento del Guaviare.
El ataque, ejecutado por el grupo armado residual (GAO-r) Jorge Suárez Briceño, confirma lo que muchos sectores advertían: los criminales no desmovilizaron sus armas, sino que aprovecharon el desgobierno para fortalecerse y expandir su dominio territorial.
Las víctimas de esta masacre son el sargento viceprimero Darwin Pérez Sánchez y los soldados profesionales Jairo Arteaga Estrada, Anderson Steven Bohórquez Ospina, Juan David González Fernández, Carlos Andrés Pushaina Pushaina y Moisés David Cuadros Ruiz.
En el mismo ataque, cinco soldados fueron secuestrados y posteriormente liberados en Guanapalo, mientras continúa la angustiosa búsqueda del soldado profesional Jean Carlos Bolaño Romo, quien permanece desaparecido.
La respuesta oficial, limitada a operativos militares en la zona, no logra ocultar la gravedad del escenario: la “Paz Total” no solo ha fracasado, sino que ha dejado expuesto al Ejército y a las comunidades frente al accionar despiadado de los grupos armados. El Ejército Nacional, además de lamentar las muertes, denunció la presunta colaboración de civiles con los terroristas, una evidencia más del colapso de la autoridad en vastas regiones del país.
Mientras tanto, el gobierno de Petro persiste en su narrativa, negándose a reconocer que su apuesta política ha terminado entregando el control territorial a las estructuras criminales.
Colombia llora a sus héroes y exige respuestas frente a una política de “paz” que solo ha traído más violencia, más muertos y más abandono estatal.
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