El excomandante paramilitar Salvatore Mancuso anunció su retiro como gestor de paz del Gobierno Nacional, señalando graves incumplimientos por parte de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y acusando a funcionarios de sabotear desde adentro el proyecto de Paz Total impulsado por el presidente Gustavo Petro.
En un pronunciamiento difundido a través de sus redes sociales, Mancuso afirmó que, junto a otros exjefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), tomó la decisión de apartarse del proceso debido al incumplimiento de acuerdos previos, incluido el de Santa Fe de Ralito firmado en 2004, durante el proceso de desmovilización paramilitar en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Acusaciones directas a la Oficina de Paz
El exjefe paramilitar denunció que “un enemigo interno boicotea al presidente y sabotea la Paz Total desde adentro”, señalando específicamente a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, liderada por Otty Patiño, y a los funcionarios Álvaro Jiménez y María Paz Lara.
Mancuso advirtió que la paz debe ser un compromiso colectivo, sin intereses particulares ni prejuicios. “Por encima de mercaderes con intereses particulares, la paz es un compromiso vinculante, obligatorio y exigible, sin sesgos, prejuicios o estigmatizaciones”, expresó.
Respaldo a Petro, pero críticas a su equipo
Pese a su renuncia como gestor, Mancuso reiteró su respaldo al presidente Gustavo Petro y a toda autoridad que, según él, impulse de forma genuina los procesos de paz y reconciliación nacional. “Reconozco y respaldo los esfuerzos de paz del presidente Petro”, indicó, marcando distancia con los funcionarios que, a su juicio, estarían obstaculizando dichos esfuerzos.
Silencio oficial y cuestionamientos al proceso
Hasta el momento, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz no ha emitido una respuesta oficial a las acusaciones. La salida de Mancuso del proceso genera interrogantes sobre el futuro del modelo de justicia restaurativa planteado en el marco de la Paz Total, especialmente en lo relacionado con la verdad, reparación y no repetición de crímenes cometidos durante el conflicto armado.
La figura del gestor de paz fue clave para facilitar el contacto con sectores desmovilizados del paramilitarismo, aunque siempre estuvo rodeada de polémica por el historial criminal de quienes la ejercían. Ahora, con su renuncia, se agudiza la crisis de confianza en uno de los pilares de la política de reconciliación del actual Gobierno.
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