La relación entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el actual mandatario Gustavo Petro atraviesa su punto más crítico. Aunque en meses anteriores se intentaron escenarios de conversación directa en búsqueda de consensos mínimos sobre temas nacionales, hoy la distancia política y personal entre ambos líderes luce definitiva y prácticamente insalvable. Uribe, máximo referente del
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Uribe y Petro, más distanciados que nunca: el diálogo es imposible

La relación entre el expresidente Álvaro Uribe Vélez y el actual mandatario Gustavo Petro atraviesa su punto más crítico. Aunque en meses anteriores se intentaron escenarios de conversación directa en búsqueda de consensos mínimos sobre temas nacionales, hoy la distancia política y personal entre ambos líderes luce definitiva y prácticamente insalvable.
Uribe, máximo referente del uribismo, insiste en que el Gobierno de Petro ha conducido al país hacia un camino de incertidumbre económica, debilitamiento institucional y una creciente inseguridad. En contraste, el presidente sostiene que el uribismo representa la continuidad de un modelo que ha profundizado la desigualdad y que su administración busca desmontar con reformas estructurales.
El choque se agudizó en las últimas semanas. El expresidente y su partido, el Centro Democrático, han señalado directamente a Petro y a su Gobierno de ser responsables políticos del asesinato del candidato presidencial Miguel Uribe Turbay. Además, denuncian que desde el poder Ejecutivo existe una influencia en las decisiones judiciales que hoy mantienen al propio Álvaro Uribe enfrentando un proceso en los tribunales, lo que consideran una “persecución política”.
Desde la otra orilla, Petro ha respondido asegurando que lo que existe es un intento del uribismo por victimizarse y frenar los avances de su gobierno. En sus declaraciones más recientes, el presidente aseguró que el país debe superar la “hegemonía del miedo” que, según él, se instaló durante los años en que el uribismo dominó la política nacional.
Los cruces de declaraciones han escalado tanto en redes sociales como en escenarios públicos, dejando en evidencia que ya no existe espacio para la construcción de consensos. Más que un debate de ideas, lo que se ha configurado es un escenario de confrontación total, donde cualquier posibilidad de diálogo se percibe como inviable.
Lo que alguna vez generó expectativa el encuentro entre dos de las figuras más influyentes de la política reciente hoy se percibe como una puerta cerrada. La confrontación entre Uribe y Petro no solo marca la agenda nacional, sino que profundiza la polarización política en Colombia, dejando al centro político sin protagonismo real y atrapando al país en una dinámica de choque entre dos bloques irreconciliables.
Para muchos, el distanciamiento definitivo entre ambos líderes significa que, en lo que resta del actual gobierno, no habrá espacio para acuerdos de fondo. El pulso entre el petrismo y el uribismo seguirá siendo el eje de la política nacional, con un clima de crispación que, lejos de ceder, parece intensificarse.
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