“No dejen que la inteligencia artificial les haga una canción. Compónganla ustedes, desde el baño si es necesario, no sean pendejos. Toquen ustedes mismos los clarinetes. Necesitamos volver a lo básico. Leer, escribir, equivocarse, ensayar… y no ir detrás de lo perfectito y fácil que nos regala la inteligencia artificial”. Con esta frase, dicha sin …
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El alma de las palabras y el olor de la guayaba

“No dejen que la inteligencia artificial les haga una canción. Compónganla ustedes, desde el baño si es necesario, no sean pendejos. Toquen ustedes mismos los clarinetes. Necesitamos volver a lo básico. Leer, escribir, equivocarse, ensayar… y no ir detrás de lo perfectito y fácil que nos regala la inteligencia artificial”.
Con esta frase, dicha sin maquillaje, Jaime Abello Banfi marcó el tono del conversatorio “Del olor de la guayaba al pulso de la IA”, realizado esta semana en la Universidad del Sinú – Elías Bechara Zainúm, en el marco del ciclo Comunicación 2025, con el que el Programa de Comunicación Social conmemora sus 25 años de formación de comunicadores y periodistas.
Abello, director de la Fundación Gabo y custodio del legado del Nobel, nos recordó que estamos perdiendo la esencia del oficio cuando dejamos que lo automático reemplace lo auténtico, y propuso a los periodistas en formación y a los que ya ejercen un ayuno tecnológico. “El ayuno tecnológico no nos va a impedir usar todo eso, pero es muy importante que no claudiquemos, que no le creamos todo, que no nos rindamos”, advirtió.
Fue una conversación sobre ética, creación y oficio. Un llamado a no dejarnos hipnotizar por la perfección que prometen los algoritmos, a no olvidar que comunicar sigue siendo un acto humano, imperfecto y profundamente sensible.
En ese contexto, “El olor de la guayaba” dejó de ser solo un título evocador para convertirse en símbolo de una urgencia: conservar el aroma de lo propio, del relato contado desde la experiencia, la memoria, el territorio. Gabo hablaba de ese olor como el vínculo con su infancia y su Caribe. Hoy, ese olor representa también la resistencia frente a la estandarización de los discursos y la producción sin alma.
La presencia de Abello en Unisinú marca el inicio de un camino de cooperación con la Fundación Gabo. Un compromiso con la formación de periodistas que no se limiten a repetir fórmulas, sino que se atrevan a contar con voz propia, con criterio, con sensibilidad.
Porque si algo quedó claro es que la IA puede decir, pero no sentir. Y comunicar como bien sabemos los que llevamos esta pasión en la sangre es, ante todo, un acto de humanidad.
Y sí, sigue oliendo a guayaba.
Tal vez, si le hacemos caso al ayuno, apagamos un rato el celular, volvamos a percibir ese aroma a verdad.
Por Orlando Benítez Quintero
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