Louis Prevost aún intenta asimilar lo que acaba de vivir su familia: su hermano menor, Robert Francis Prevost, ha sido elegido como el nuevo papa de la Iglesia católica, convirtiéndose en León XIV, el primer pontífice estadounidense de la historia.
Desde su hogar en Port Charlotte, Florida, Louis, de 73 años, compartió con la agencia AFP recuerdos de la infancia que ahora cobran un nuevo significado. Según relató, desde que Robert tenía cinco o seis años, ya mostraba una fuerte inclinación por el sacerdocio. “No tenía ninguna duda”, aseguró.
Entre risas, recordó cómo el pequeño Robert jugaba a ser cura en el patio de su casa. Compraba caramelos en forma de disco y los repartía entre los niños del vecindario como si fueran hostias. “Solíamos tomarle el pelo diciendo que algún día sería papa, y eso no le gustaba”, comentó Louis.
Sin embargo, la broma familiar se convirtió en realidad este jueves, cuando la fumata blanca emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina. Louis, con un presentimiento difícil de explicar, encendió el televisor y esperó con nerviosismo. Al escuchar el nombre de su hermano pronunciado por el cardenal protodiácono Dominique Mamberti, no pudo contener la emoción.
“Menos mal que estaba sentado en la cama, porque si no me habría caído al suelo”, confesó. “Mi hermano es el papa. No me lo podía creer. Fue una locura”.
Superada la euforia inicial, Louis comenzó a plantearse cómo el nuevo rol de su hermano podría cambiar la dinámica familiar. “¿Lo volveremos a ver? ¿Volveremos a hablar como hermanos o todo será oficial? ¿Cómo está, Santo Padre, bla, bla, bla?”, se preguntó. Y añadió: “Sigue ahí, pero está fuera de alcance. No se le puede llamar por teléfono como antes”.
Esperanzado, espera que su otro hermano, John, quien viajará pronto a Roma desde Chicago, pueda ofrecerle respuestas tras encontrarse con el nuevo pontífice.
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