En un vergonzoso y titubeante pronunciamiento, el Ministro del Interior, Armando Benedetti, intentó sin éxito desmarcarse de una grave acusación que lo deja en el ojo del huracán: la filtración de un chat donde amenaza directamente a la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro. En el mensaje, dirigido al presidente Gustavo Petro, Benedetti afirma textualmente: “Hay que pararle todo a la gobernadora del Valle”, dejando en evidencia una presunta maniobra de presión política contra una figura clave del Partido de la U.
Benedetti en la polémica
En medio de una rueda de prensa improvisada y visiblemente incómodo, el ministro ofreció una respuesta que sólo agravó el escándalo: “Ese chat es parte de algo que yo venía hablando (…) lo importante es que yo nunca pacté nada para que votara que sí”, balbuceó Benedetti, sin claridad ni contundencia, aumentando las sospechas sobre la intención real de su mensaje.
La reacción en redes sociales no se hizo esperar, cientos de ciudadanos, periodistas y líderes de opinión descargaron su indignación ante lo que consideran una muestra de arrogancia, impunidad y desprecio por la institucionalidad. Algunos de los comentarios más virales reflejan el sentimiento generalizado de desconfianza hacia el ministro:
“Siiii claro! Como no! Este tipo cree que uno le va a comer cuento.”
“Metéme los dedos a la boca, le diría mi esposa.”
“La rata sabe que es intocable… va a seguir impune… porque la permanencia de Petro en el poder depende del silencio de la rata. Eso tiene a la rata sumamente empoderada.”
“Entre más larga la explicación, más grande la mentira. Ya es su modus operandi: mentir, mentir y mentir. La indignación de la izquierda se volvió paisaje.”
“Ahora @AABenedetti métale un dedo en la boca al periodista y dígale que la cierre, a ver si ya le cambiaron los dientes de leche.”
Este nuevo escándalo no solo evidencia la incapacidad de Benedetti para construir consensos, sino que confirma lo que muchos temían: que el Gobierno de Petro estaría recurriendo a presiones indebidas para imponer su agenda, como la fallida consulta popular que promovía desde el Ejecutivo.
Mientras tanto, el silencio del presidente Petro frente al comportamiento de su ministro más polémico resulta ensordecedor. ¿Hasta cuándo se mantendrá en su cargo un funcionario que, lejos de actuar con altura política, parece más ocupado en amedrentar a sus contradictores y esconderse detrás de excusas balbuceantes?
La democracia exige respuestas claras, no evasivas. Y mucho menos amenazas.
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