En medio de la tensión política que rodea la caída de la consulta popular 2.0, el senador de la Alianza Verde, Fabián Díaz, rompió su silencio y respondió a las duras críticas del presidente Gustavo Petro, quien lo calificó de “traidor” por haber permanecido en el recinto del Senado y votar afirmativamente el archivo de la iniciativa.
El congresista explicó que su permanencia no fue un acto de deslealtad, sino de coherencia y responsabilidad institucional. Aseguró que retirarse habría significado bloquear la discusión de otros proyectos fundamentales y estancar el avance de la agenda legislativa, entre ellos, la reforma laboral, una de las banderas sociales del propio Gobierno.
“Si no me hubiera quedado y honrado la palabra, no se habría agotado el orden del día y hoy no habría ambiente favorable para la conciliación de la reforma laboral”, manifestó el senador Díaz, al aclarar que su voto no fue contra el pueblo, sino a favor de los procesos democráticos.
La respuesta del legislador se da luego de que el presidente Petro lo señalara públicamente, acusándolo de impedir que el pueblo decidiera en las urnas sobre temas estructurales del país. Sin embargo, Díaz dejó claro que su decisión buscó destrabar el debate y garantizar que otras reformas sociales pudieran seguir su curso.
“Soy un congresista de causas sociales, pero también un defensor del orden constitucional y del respeto a las reglas del juego democrático. No me puede llamar traidor quien sabe que muchas veces di la cara por defender su proyecto”, expresó con firmeza.
La polémica pone en evidencia las tensiones internas en el bloque de gobierno y la dificultad de alinear estrategias en medio de un Congreso fragmentado. Sin embargo, la intervención de Díaz también ha sido interpretada por algunos sectores como un gesto de madurez política, que privilegia el diálogo, la concertación y la responsabilidad institucional sobre la polarización.
Por ahora, la atención se centra en el futuro de la reforma laboral, que gracias a decisiones como la del senador Fabián Díaz, podría volver a la mesa con un nuevo aire. Mientras tanto, el debate sobre los límites de la lealtad política y la independencia legislativa sigue más vivo que nunca en el corazón del Capitolio.
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