#Entretenimeinto I La empresaria y creadora de contenido Daneidy Barrera Rojas, más conocida como Epa Colombia, enfrenta uno de los episodios más complejos de su vida. Desde enero, cumple una condena de cinco años y dos meses en la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá, por su responsabilidad en actos vandálicos cometidos durante las protestas de 2019, cuando destruyó una estación de TransMilenio mientras transmitía en vivo.
La justicia la halló culpable de los delitos de instigación a delinquir con fines terroristas, daño en bien ajeno agravado y perturbación del transporte público. Aunque el hecho ocurrió hace más de cinco años y la influencer mostró arrepentimiento, su solicitud de casa por cárcel fue rechazada por el Ministerio de Justicia, al no ser procedente bajo la Ley 2292 de 2023.
Su estado de salud ha generado gran preocupación. El reconocido abogado penalista Francisco Bernate, quien asumió recientemente su defensa, confirmó esta semana que Barrera Rojas se encuentra en condición delicada. Sin precisar detalles médicos, señaló que el encierro está afectando su salud física y emocional.
A esta voz de alerta se sumó la de su pareja, Karol Samantha, quien denunció en medios que la influencer ha perdido peso debido a la deficiente alimentación que recibe en prisión. Además, señaló que la separación de su hija de 10 meses, Daphne Samara, ha generado un fuerte impacto emocional. “Está muy flaca, le están dando solo arroz y una papa. No ha podido ver a la niña, y eso la tiene muy mal”, dijo Samantha en entrevista con Tropicana.
Desde la cárcel, Barrera también se pronunció. En una entrevista con la revista Semana, afirmó haber aceptado los cargos en 2021 bajo la promesa de que se le retiraría el delito de instigación a delinquir, lo cual nunca se cumplió. “Fui engañada. No tenía cómo pagar un buen abogado y acepté todo porque me aseguraron que me ayudarían. No pasó”, aseguró.
La influencer indicó que ha intentado mantenerse ocupada participando en talleres de peluquería dentro del penal, al tiempo que insiste en su transformación personal. “Estoy intentando salir adelante. No soy una amenaza para la sociedad, ya cambié”, afirmó.
La situación de Epa Colombia continúa generando debate entre la opinión pública y abre interrogantes sobre el alcance de la justicia restaurativa y el trato a personas privadas de la libertad que buscan una segunda oportunidad.
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