Taylor Swift regrabando sus primeros álbumes no es solo un acto empresarial estratégico o una jugada de marketing brillante: es, ante todo, un acto de resistencia y dignidad en una industria históricamente dominada por hombres. Se trata de una mujer reclamando lo que es suyo: su voz, su arte, su historia, su nombre y reputación. …
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Recuperar lo propio: Taylor Swift y la reivindicación del trabajo femenino en la industria musical

Taylor Swift regrabando sus primeros álbumes no es solo un acto empresarial estratégico o una jugada de marketing brillante: es, ante todo, un acto de resistencia y dignidad en una industria históricamente dominada por hombres. Se trata de una mujer reclamando lo que es suyo: su voz, su arte, su historia, su nombre y reputación.
Durante años, el control de su obra estuvo en manos de terceros —principalmente hombres con poder en la industria musical— que decidieron sobre el destino de canciones que ella misma compuso, grabó y convirtió en himnos generacionales. Cuando intentó adquirir sus másters originales, le fue negada esa posibilidad. Entonces, en lugar de resignarse, decidió regrabar cada canción, reconstruyendo su legado con las herramientas que tenía a mano: su talento, su voz y su voluntad.
Este gesto representa un momento emblemático en la historia cultural contemporánea. Es el momento en que una mujer le dice al sistema: “Mi trabajo tiene valor, mi nombre me pertenece y mi historia la escribo yo”. En una industria que muchas veces ha invisibilizado, explotado o sexualizado a las mujeres artistas, Taylor Swift dio un paso audaz hacia la soberanía creativa y simbólica.
También es un triunfo colectivo. Su acción inspira a millones de mujeres —no solo artistas— a comprender que tienen derecho a cuestionar los sistemas que las han relegado o despojado. Ella no solo recuperó sus canciones: recuperó su poder, y con ello envió un mensaje claro sobre lo que significa tener agencia y propiedad en un mundo que aún negocia los cuerpos, voces y talentos femeninos como mercancía.
Cada álbum regrabado lleva una firma clara: Taylor’s Version. Y ese “versión de Taylor” es un manifiesto. Es la respuesta contundente a quienes durante años han lucrado con el trabajo de mujeres sin reconocer su autoría ni su autonomía. Es, también, un mensaje directo a miles de mujeres jóvenes: no te resignes a perder lo que creaste. Si es tuyo, lucha por recuperarlo.
El fenómeno Taylor’s Version no solo rompió récords de ventas. Reescribió las reglas. Y nos recuerda que el feminismo también es el derecho a decir “esto es mío”, el derecho a ser dueña de tu tiempo, tu historia, tu narrativa y tu nombre.
El feminismo también se construye con decisiones estratégicas, con actos silenciosos de resistencia, con el derecho a decir “esto me pertenece”. Swift no solo canta mejor que nunca; ahora lo hace como una mujer libre, con el control total de su narrativa.
Y eso, en esta época, es más revolucionario que cualquier número uno en Billboard.
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