¡Ahora sí, tenemos casa propia!
Familias vulnerables de Montería cumplen el sueño de toda una vida gracias al subsidio complementario de la Alcaldía
Después de muchos años de lucha, de vivir arrendados, en casas prestadas o compartiendo techo con familiares, decenas de familias monterianas —muchas encabezadas por madres solteras o adultos mayores— están viviendo un momento que jamás olvidarán: ¡por fin tienen su casa propia!
No son solo cifras, ni anuncios de oficina. Son historias reales. Son niños que tendrán un cuarto para ellos solos, abuelas que ya no subirán escaleras para llegar a su pieza alquilada, padres que ahora pueden decirles a sus hijos: “Aquí es nuestro hogar”. Todo esto ha sido posible gracias al subsidio complementario de vivienda impulsado por la Alcaldía, una ayuda que vino a cambiar vidas.
“Esto es un milagro para nosotros”, cuenta doña Maritza, madre de tres hijos, vecina del barrio Altos de Rosales. “Uno trabaja, lucha, pero la plata nunca alcanza. Yo ya había perdido la esperanza… y mire, ahora tengo las llaves de mi casa en la mano. No puedo creerlo”.
Como ella, más de 160 familias se postularon en la tercera convocatoria del subsidio. La mayoría viven en comunas populares como la 6, la 1 y la 4, zonas donde las necesidades abundan, pero también la esperanza y el deseo de salir adelante. Urbanizaciones como Vereda Tropical, Victoria Etapa II y Altos de Rosales se han llenado de vida con las nuevas familias que llegaron a quedarse, a echar raíces, a empezar de nuevo.
El ambiente en estos barrios es distinto. Hay sonrisas en las calles, niños en bicicleta, vecinos ayudándose a pintar una pared o a cargar una estufa. El sueño de la casa propia ya no es solo un deseo lejano: es una realidad que se construye entre todos.
“Esto nos da dignidad. Nos da seguridad. Antes vivíamos con miedo de que nos sacaran de donde estábamos. Hoy podemos dormir tranquilos”, dice José Luis, joven padre de familia de la Comuna 1.
Y es que cuando una familia accede a una vivienda digna, todo mejora: la salud, la convivencia, el ánimo para seguir trabajando y estudiando. Por eso, en cada casa entregada no solo hay cemento y ladrillos: hay historias, hay futuro, hay esperanza.
Desde la comunidad, el mensaje es claro: este programa ha tocado corazones y debe continuar. Porque todavía hay muchas familias esperando su oportunidad de vivir con dignidad.
Y como dicen ahora los vecinos en coro, con orgullo y emoción:
“¡Sí se puede, Montería! ¡Sí se puede!” 🏠❤️
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