La elección del nuevo papa está cada vez más cerca y el Vaticano ya empieza a vivir el ambiente solemne que rodea este histórico acontecimiento. Este viernes se inició la instalación de la tradicional chimenea en la Capilla Sixtina, símbolo inequívoco de que el cónclave está próximo a comenzar.
La chimenea, colocada sobre el techo del recinto, se conectará a una estufa especial donde se quemarán las papeletas de votación utilizadas por los cardenales electores. Desde allí, el mundo entero estará atento al color del humo: negro, si no hay acuerdo; blanco, si se ha elegido un nuevo pontífice.
Para garantizar que el mensaje sea visible sin ambigüedades, el Vaticano emplea mezclas químicas específicas: una combinación de perclorato de potasio, antraceno y azufre para el humo negro; y una fórmula distinta para generar el característico humo blanco que anuncia al nuevo líder de la Iglesia Católica.
Desde este lunes, la Capilla Sixtina —célebre por albergar el imponente fresco del Juicio Final de Miguel Ángel— ha sido cerrada al público para permitir su acondicionamiento. Se instalan bancas, mesas y equipos necesarios para asegurar un proceso de votación en completo aislamiento, como exige la tradición.
En total, 133 cardenales menores de 80 años participarán en el cónclave del próximo 7 de mayo. Para que haya un nuevo papa, se requiere una mayoría calificada de dos tercios, es decir, al menos 89 votos.
Con la instalación de la chimenea, el Vaticano entra oficialmente en fase de cónclave. A partir de ahora, todo está dispuesto para uno de los rituales más significativos y reservados de la Iglesia católica: la elección del sucesor del papa Francisco.
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