Por: Javier De La Hoz
De los Andes a Alemania: el caso climático que está redefiniendo silenciosamente la responsabilidad empresarial

@javierdelahoz20
¿Eres un empresario que todavía cree que cumplir con las normas ambientales es suficiente? ¿Piensas que la sostenibilidad corporativa se limita a generar reportes y a compensar emisiones para mostrar compromiso? La realidad ya cambió, el mundo empresarial ha entrado en una nueva era donde la responsabilidad climática no es solo un tema de regulaciones, sino un factor de riesgo legal y financiero con consecuencias tangibles, te voy a contar una historia que pone de presente esta realidad.
La historia es la siguiente: En la Cordillera Blanca de Perú, la laguna Palcacocha ha crecido de manera alarmante debido al derretimiento de los glaciares, hace décadas, su volumen era inferior a un millón de metros cúbicos, hoy, supera los 17 millones. Para ponerlo en perspectiva, estamos hablando de más de 6,800 piscinas olímpicas o 2,500 canchas de fútbol cubiertas de agua acumulada en una pendiente natural sobre la ciudad de Huaraz, si esta laguna se desbordara, no solo causaría una tragedia humanitaria, sino que impactaría la infraestructura y la economía local con una devastación difícil de dimensionar.
Saúl Luciano Lliuya, agricultor y guía de montaña de la región, decidió no resignarse a la incertidumbre y presentó una demanda contra la empresa alemana RWE, una de las principales compañías energéticas de Europa, RWE registró una facturación de 28,566 millones de euros, su argumento es claro: la empresa ha sido responsable de aproximadamente el 0.5% de las emisiones globales de CO₂ a lo largo de la historia y ese aporte ha contribuido directamente al calentamiento global que hoy amenaza a su comunidad. No pide compensaciones individuales ni beneficios personales, lo que exige es que RWE asuma una proporción equivalente del costo de las medidas de prevención para mitigar el desastre que podría desencadenarse en Huaraz.
El litigio ha superado las barreras procesales y se encuentra en una fase avanzada en el Tribunal Superior Regional de Hamm en Alemania, donde los jueces han decidido analizar la evidencia, las audiencias programadas para el 17 y 19 de marzo de 2025 no solo determinarán la viabilidad de la demanda, sino que reflejan un punto de quiebre en la relación entre cambio climático y responsabilidad empresarial. Que un tribunal en Alemania evalúe la reclamación de un ciudadano peruano por los efectos de las emisiones históricas de una multinacional europea ya es, por sí mismo, un hecho sin precedentes.
Este caso confirma lo que desde hace años viene discutiéndose en foros internacionales: la gestión de riesgos climáticos ya no es solo un tema de sostenibilidad corporativa, sino una cuestión de responsabilidad civil y comercial. La idea de que las empresas pueden operar sin consecuencias por sus emisiones acumuladas se ha desmoronado, lo que antes se limitaba a regulaciones locales o compromisos voluntarios ahora se está materializando en litigios que ponen en juego la estabilidad financiera y reputacional de las compañías involucradas.
Para el mundo corporativo, este caso es una advertencia clara, la sostenibilidad no puede ser tratada como un simple ejercicio de cumplimiento normativo, la debida diligencia ambiental y climática debe ir más allá de los reportes anuales y las estrategias de compensación superficial. La pregunta que las empresas deben hacerse ya no es si están cumpliendo con las regulaciones actuales, sino si están preparadas para enfrentar un entorno donde la inacción puede traducirse en litigios internacionales con impactos financieros y reputacionales de gran escala.
Las implicaciones económicas de este tipo de litigios ya se están sintiendo en el mercado, empresas con alta exposición están viendo cómo su perfil de riesgo se modifica a medida que los inversionistas, aseguradoras y organismos financieros comienzan a integrar la posibilidad de demandas climáticas en sus evaluaciones de solvencia; los costos de cobertura para sectores con impacto ambiental significativo están aumentando, y la viabilidad de algunos modelos de negocio está siendo cuestionada.
Pero la conversación no se limita a la exposición financiera de las empresas más contaminantes. También existe una presión creciente por parte de los reguladores para que la responsabilidad climática se traduzca en medidas concretas dentro del sector privado; en mercados clave, se están adoptando políticas que obligan a las empresas a evaluar y reportar su impacto ambiental con mayor rigurosidad, estableciendo nuevos estándares de debida diligencia climática.
Mientras la laguna Palcacocha sigue creciendo y las audiencias en Alemania se acercan, la conversación ya no gira en torno a si las empresas deben responder por el cambio climático, sino en cómo se está comenzando a exigir que lo hagan. Quienes aún creen que la gestión de riesgos climáticos es opcional están a punto de enfrentarse a una realidad distinta.
Posdata:
En Colombia, la responsabilidad ambiental ha adquirido una dimensión jurídica significativa. La Corte Constitucional, mediante la Sentencia C-280 de 2024, determinó que los estudios de impacto ambiental deben incluir una evaluación de los impactos en materia de cambio climático. Esta decisión obliga al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a actualizar los términos de referencia para el licenciamiento ambiental, asegurando que las evaluaciones de impacto climático sean obligatorias para todas las solicitudes de licencia ambiental a partir del 1 de agosto de 2025.
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