El lado oculto de la Adolescencia

Orlando Benítez Quintero

Vi de un solo tiro Adolescencia, una miniserie británica de Netflix que, sin explosiones ni efectos especiales, logra sacudir la cabeza y el alma. Basada en un caso real, la historia de un niño de 13 años acusado del asesinato de una compañera de colegio. Pero más allá del crimen, la serie es un reflejo de lo que enfrentan los adolescentes hoy en día: redes sociales, bullying, violencia digital y una crianza que, en muchos casos, parece no estar preparada para esta nueva realidad.

Hace mucho una producción audiovisual no me transmitía tanto. Adolescencia es pausada, sin prisas, y deja que el espectador se cuestione a medida que la trama avanza. Cada episodio es una sola toma continua que nos mete en la piel de los personajes, especialmente en la del niño protagonista, Jamie Miller, interpretado de gran manera por Owen Cooper. Su mirada perdida, su fragilidad, su desconexión con lo que sucede a su alrededor son de esas cosas que se quedan dando vueltas en la cabeza.

Lo que más inquieta de Adolescencia es su capacidad para descolocarnos, de estremecernos. Nos hace cuestionarnos sobre cosas que no vemos o no queremos ver: ¿Hasta qué punto las redes sociales están educando más a nuestros hijos que nosotros mismos? ¿Cómo sabemos si el niño “tranquilo y juicioso” de la casa está bien de verdad o simplemente está sobreviviendo en un entorno hostil? Como padre, la serie me hace dudar si realmente estoy entendiendo los códigos en los que se mueven los jóvenes de hoy o si, como muchos adultos, sigo confiando en que la crianza tradicional es suficiente para prepararlos para este mundo hiperconectado.

Las referencias de expertos en torno a la serie refuerzan los temores. La psicóloga infantil Sarah Kendrick, dijo en el diario británico The Guardian, que la violencia en la adolescencia no aparece de la nada: “Siempre hay señales, pero a veces los adultos no sabemos interpretarlas”. Y el periodista Javier Ocaña, en diario El País de España, resalta que la serie es un reflejo de “una generación criada entre pantallas, donde la brutalidad puede normalizarse con solo deslizar un dedo”.

Trato de no hacer espóiler, pero siento que debía argumentarles las razones por las cuales recomiendo la serie. Adolescencia es fuerte, con lo que deja entrever, sin necesidad de llenar la pantalla de sangre. Es de esas producciones que deberían verse en familia, en colegios, en universidades.

Porque si bien no da respuestas definitivas, sí deja sobre la mesa un dilema: ¿realmente no podemos criar a los niños de hoy con las reglas de ayer, o más bien necesitamos entender mejor la realidad digital en la que están creciendo? Ahí está el reto, uno que cada familia y cada educador deberá enfrentar a su manera.

  


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