De cómo un corregimiento de Puerto Escondido, Córdoba, fortalece su identidad cultural en un departamento donde no todo lo que suena es porro.
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Los sonidos de El Silencio: sexteto y marímbula, un matrimonio indeleble

Por Ana Paola Martínez de la Ossa, periodista.
En el corregimiento El Silencio, en el norte de Córdoba, en Puerto Escondido, imperan los sonidos de una banda sonora natural en la que los pájaros, la brisa, los gritos de monte y las historias se entretejen en una sola. Imagina que estás allí: el taburete recostado en la entrada de la casa, levantas la mano para saludar al que pasa y, de repente, el sonido de una marímbula, ese instrumento afroantillano que funciona como bajo artesanal de madera y flejes metálicos, irrumpe y le pone sabor y alma a ese paisaje sonoro. Esa es la señal de que la música de El Silencio está para quedarse, de que un proceso cultural insiste en permanecer despierto y en viajar por sonidos que registran la historia e identidad local.
John Carrillo Díaz, docente, gestor cultural, escritor y líder de la Fundación Úvendor, ha estado detrás de ese despertar. Aunque por varios años se alejó físicamente del proceso comunitario que impulsó desde 2010, es él quien está al frente de la Escuela de Música de Sexteto de El Silencio, un espacio donde niños, jóvenes y sabedores del territorio se encuentran para aprender, construir y tocar los instrumentos tradicionales del sexteto sinuano.
Sí, sexteto sinuano. El sexteto es una expresión musical de origen afrocubano que en Colombia ha echado raíces, especialmente en regiones como Urabá, Palenque y Córdoba. Esta se caracteriza por mezclar marímbula, bongó, maracas, claves y voces cantadoras. Y pese a que en Córdoba otros ritmos como el porro son más populares y tienen mayor presencia en festivales y medios, la tradición del sexteto sinuano resiste al paso del tiempo. Aunque en sus inicios el nombre de sexteto hacía referencia a la agrupación de seis músicos, hoy este se asocia más bien al formato sonoro en particular, donde la marímbula es el corazón del ritmo. De hecho, en palabras de Carrillo, “Acá no se concibe el sexteto sin marímbula”.
El grupo de sexteto que llegó a la región de El Silencio en 1949, proveniente de la región de Palo de Agua y Nariño, antes llamada Gallinazo, trajo consigo una marímbula de cuatro flejes, un bongó, un par de claves y un par de maracas. Después de esa llegada, fueron “Las Estrellas de El Silencio”, agrupación conformada por locales que hoy son sabedores mayores, muchos de ellos ya retirados o fallecidos, quienes le agregaron otro par de maracas y un par de tablillas de madera a las que llamaron “compases”. El actual proceso educativo recoge ese legado y lo transfiere a las nuevas generaciones.
“Nuestro regreso fue por petición de los propios estudiantes. Volví al aula como profesor de español y ellos me preguntaban cuándo volvería la escuela de marímbula. Esa insistencia me tocó”, cuenta John, quien en sus clases, siempre ha mezclado pedagogía con memoria: empezó pidiendo a sus alumnos que entrevistaran a los abuelos del corregimiento, que contaran historias locales, que registraran en cámara y papel lo que escucharan. Y fue así como nació el primer proyecto de investigación colectiva entre 2009 y 2011, que dio como resultado una cartilla con la historia del sexteto local, partituras y análisis sonoro: todo hecho por la misma comunidad.
“Porque el sexteto que suena en El Silencio no es como cualquier otro. No tiene la clave cubana del de Palenque ni el ritmo ágil del Caribe urbano. El Silencio suena a monte. Nos dimos cuenta de que la sonoridad venía del Sinú, con migraciones de Pelayo, Palo de Agua, Cotorra… Era un ritmo más lento, con influencia del porro en el baile y la estética campesina. Ese hallazgo nos motivó a dar identidad musical al territorio”, explica John.
Después de nueve años de pausa, el proceso volvió a activarse en 2025 con más de cincuenta niños entre cuarto y sexto grado, veinte jóvenes de grado once en talleres de fabricación de instrumentos y de formación en patrimonio, y un equipo docente que incluye exalumnos de la primera generación, hoy adultos que enseñan danza y música.
Y es que en El Silencio no solo se enseña a tocar: los chicos están aprendiendo a fabricar marímbulas, claves y bongós con carpinteros locales, y a apropiarse de su manifestación cultural a través del baile. Recientemente, por ejemplo, seleccionaron las semillas de capacho con las que harán sonar las maracas de totumo. Así la cadena de conocimiento y autonomía es integral. “Compramos menos, aprendemos más”, dice Carrillo. A la par, reeditaron la cartilla original, crearon podcasts sonoros con historias del sexteto y están documentando la historia oral antes de que se pierda: el antiguo cantador, de más de 100 años, está ciego y en silla de ruedas, pero se emociona cuando escucha que el sexteto está vivo en El Silencio.
Ahora bien, el proceso no se queda en el corregimiento. En Montería, el grupo Son del Amanecer, integrado por músicos y docentes, entre esos John Carrillo, difunde el sexteto en escenarios urbanos. Además, de la mano de la Corporación Marímbula, trabajan en fortalecer la labor cultural alrededor de este formato. Ya lograron la inclusión del sexteto como Patrimonio Cultural Inmaterial Departamental y están en trámites ante el Ministerio de Cultura para su reconocimiento nacional.
“La música folclórica narra, es antropológica”, dice Carrillo. Por eso, además de tocar canciones tradicionales, han comenzado a componer sus propios temas, con letras que cuentan las historias del territorio, como lo han hecho el bullerengue y la cumbia.
Además de su trabajo con la música de sexteto, John publicó recientemente su libro de fantasía: Las crónicas de Úvendor, donde reimagina el departamento de Córdoba como un universo mítico, poblado por mohanes, brujas volantonas y deidades zenúes. Un territorio donde la tradición oral europea, afro e indígena conviven en igualdad de condiciones. La obra puede adquirirse en el sitio web www.volareditorial.com.
“Este trabajo es colectivo. Yo puedo liderar, pero sin el equipo incansable de la fundación, sin los sabedores, sin los jóvenes y sin las ganas de la comunidad, no sería posible”, concluye John.
Conoce más sobre los sonidos de El Silencio en los canales de la Fundación Úvendor y Son del Amanecer:
Videos:
Son del Amanecer – Sexteto en El Silencio: https://www.youtube.com/watch?v=gdTuSuDsvMc
Fundación Úvendor – Música tradicional: https://www.youtube.com/watch?v=vQ3-KiPlvEc
Música en plataformas:
Son del Amanecer en Spotify: https://open.spotify.com/intl-es/artist/4wnGvwaGZ5PcxIlR722HDv
Redes sociales:
Facebook: Fundación Úvendor
Instagram: @fuvendor
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