Los problemas de Francisco Lindor no cesan y ahora se habla sobre su posible influencia en los problemas de los Mets

Aunque los reflectores suelen estar puestos en el pitcheo cuando un equipo se derrumba, las miradas comienzan a dirigirse a Francisco Lindor. El campocorto estrella, que fue clave en el éxito del equipo en 2024, hoy representa un foco de preocupación, pues sus números ofensivos han caído en picada y su aporte ha sido muy limitado durante la mala racha del equipo.

En lo que va de la temporada 2025, Lindor ha bateado para .243 de promedio con un OPS de apenas .735, muy por debajo de lo que se espera de un jugador de su calibre. Durante junio y julio, sus registros estuvieron por debajo de .650 y aunque en agosto muestra una ligera mejora, sigue sin alcanzar los estandares que impuso en campañas pasadas.

El bajón de Lindor no solo ha sido evidente en sus estadísticas, tambiénen el impacto colectivo del equipo. Cuando él está encendido, la ofensiva de los Mets fluye y tiene peso, pero cuando su bate desaparece, la alineación pierde profundidad y capacidad de respuesta en los momentos críticos.

A esto se le suma la presión de ser una de las caras del proyecto deportivo. Su contrato, su historial y su liderazgo lo colocan en el centro de cualquier análisis y aunque no es el único responsable del mal momento del equipo, su bajo rendimiento ha coincidido directamente en la seguidilla de derrotas que amenza con terminar con sus aspiraciones de postemporada.

Los Mets venían de siete derrotas al hilo hasta la victoria a los Bracos de Atlanta, pero eso no ha evitado que en el vestuario se respire tensión y cuestionamientos a sus figuras. La falta de reacción en juegos cerrados, como en la barrida sufrida ante los Cerveceros tras desperdiciar ventajasha encendido las alarmas en Queens.

Y con una serie complicada frente a los Marineros de Seattle en el horizonte, el equipo necesita algo más que ajustes tácticos, necesita que sus figuras despierten. En este sentido, el rendimiento de Lindor puede marcar la diferencia entre una resurección inesperada o una temporada perdida.