La filial panameña de Chiquita Brands, uno de los mayores exportadores de plátano del mundo, anunció el despido de toda su plantilla en Panamá, poniendo fin a una prolongada huelga que paralizó por completo sus operaciones en la provincia de Bocas del Toro. La ministra de Trabajo, Jackeline Muñoz, confirmó que la empresa solicitó la autorización para desvincular a los últimos 1.600 empleados que permanecían en nómina, luego de que más de 5.000 ya habían sido cesados semanas atrás por “abandono injustificado del trabajo”.
El conflicto se originó por la oposición de los trabajadores a una reforma del sistema de pensiones, lo que desencadenó bloqueos de vías, paralización productiva y millonarias pérdidas para la compañía, estimadas en 75 millones de dólares. La situación ha tenido un fuerte impacto en la economía local, afectando también al turismo y revelando la dependencia de la región de Changuinola hacia la actividad bananera.
Mientras los sindicatos denuncian un desmantelamiento de derechos laborales y sociales, el gobierno intenta contener la crisis mediante la redacción de un proyecto de ley que restituya beneficios para los trabajadores del sector. Sin embargo, la propuesta ha sido rechazada por los líderes sindicales, quienes mantienen las protestas. Esta situación ocurre en un contexto nacional de creciente malestar social, sumado a manifestaciones de trabajadores de otros sectores y al rechazo de un polémico acuerdo de seguridad entre Panamá y Estados Unidos.
