Astrónomos han detectado, a 5.000 millones de años luz de la Tierra, un agujero negro de 36.000 millones de masas solares, que podría ser el más grande jamás registrado. Ubicado en el centro de la galaxia Herradura Cósmica, su magnitud roza el límite teórico que la física considera posible y lo sitúa entre los diez agujeros negros más masivos descubiertos hasta la fecha. Lo notable del hallazgo es que el coloso no está activo: fue identificado únicamente por su influencia gravitatoria, capaz de deformar la luz y alterar la velocidad de las estrellas a su alrededor.
El descubrimiento, publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, se logró combinando lentes gravitacionales y mediciones de cinemática estelar, técnicas que permitieron “ver” lo invisible. La galaxia anfitriona, un grupo fósil formado por la fusión de varias galaxias, habría reunido también a sus agujeros negros centrales, originando esta gigantesca estructura. Según los investigadores, este hallazgo aporta claves para comprender cómo crecen y evolucionan las galaxias en conjunto con sus agujeros negros centrales.
El caso refuerza la hipótesis de que las colisiones y fusiones galácticas son determinantes en la formación de estos objetos extremos. Aunque la Vía Láctea alberga un agujero negro mucho menor y actualmente inactivo, se estima que en su futura fusión con Andrómeda podría reactivarse como un cuásar. Para la comunidad científica, este hallazgo no solo amplía los límites de lo conocido, sino que recuerda que el universo aún guarda secretos que emergen, paradójicamente, en el más absoluto silencio.
