Una noche de intensos ataques sacudió Oriente Medio tras el impacto de un misil iraní en el Hospital Soroka, en Beersheba, al sur de Israel, provocando severos daños y decenas de heridos. El ataque, que según Teherán iba dirigido a un cuartel militar cercano, fue respondido con un bombardeo israelí al reactor nuclear de Arak, una instalación clave en el programa atómico iraní. Las autoridades israelíes confirmaron al menos 24 muertos y 89 heridos, mientras el servicio de emergencias Magen David Adom informó de múltiples impactos en áreas urbanas como Tel Aviv, Holon y Ramat Gan.
El bombardeo al reactor fue calificado por Israel como un intento de neutralizar la producción de plutonio con fines militares. Irán, por su parte, denunció la agresión ante el Organismo Internacional de Energía Atómica, alegando violaciones al derecho internacional. En medio del caos, miles de residentes en Teherán intentan huir, enfrentando restricciones de servicios básicos y escasez de refugios antiaéreos. Mientras tanto, la televisión estatal muestra congestionamientos masivos y una población en estado de pánico, pese a los llamados del gobierno iraní a mantener la calma.
La tensión entre ambos países se intensifica, con Israel justificando sus ataques por el supuesto avance de Irán hacia la obtención de un arma nuclear. Aunque Teherán insiste en que su programa nuclear es pacífico, la falta de avances diplomáticos y el cruce de amenazas entre líderes como Benjamin Netanyahu y Alí Jamenei elevan el riesgo de una escalada regional. La comunidad internacional, hasta ahora sin éxito en la mediación, observa con preocupación un conflicto que ya presiona a Estados Unidos y amenaza con expandirse más allá de las fronteras iraníes e israelíes.
