El Casino Río de Montería, operado por la empresa Winner Group S.A., se ha convertido en el epicentro de una creciente controversia que pone en entredicho la legalidad y ética de su operación. Lo que para muchos representa una oportunidad de fortuna, se está revelando como una fachada donde las reglas del juego cambian cuando …
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Casino Río: la promesa de premios millonarios que terminó en silencio e indignación

El Casino Río de Montería, operado por la empresa Winner Group S.A., se ha convertido en el epicentro de una creciente controversia que pone en entredicho la legalidad y ética de su operación. Lo que para muchos representa una oportunidad de fortuna, se está revelando como una fachada donde las reglas del juego cambian cuando la suerte favorece al jugador.
El 16 de mayo de 2024, un cliente del casino logró una jugada histórica: una máquina tragamonedas le otorgó un premio que superaba los mil millones de pesos. El sistema registró sin inconvenientes la jugada y confirmó el monto ganado. Pero lejos de celebrar este hito, el casino reaccionó con una decisión sorpresiva: no pagar el premio.

Casi un año de silencio del Casino Río
Desde ese día, han transcurrido casi once meses sin que Winner Group ofrezca una explicación coherente que respalde su negativa. Peor aún, ha cerrado por completo cualquier vía de comunicación con el afectado, quien, por razones de seguridad, ha optado por mantener su identidad en reserva. La Fiscalía General de la Nación ya investiga los hechos bajo la hipótesis de un posible delito de estafa.
La situación desnuda una grave contradicción: mientras el Casino Río se promociona como un espacio donde los sueños de riqueza pueden hacerse realidad, en la práctica parece operar con la premisa de negar esos mismos sueños cuando se concretan. La negación del premio no solo afecta al jugador directamente implicado, sino que también lanza un mensaje perturbador a toda la comunidad de apostadores en el país.

¿Quién protege al jugador?
En un sector que mueve miles de millones de pesos al año, el silencio corporativo frente a un incumplimiento de esta magnitud no solo es inadmisible: es un símbolo de una estructura empresarial que ofrece promesas exorbitantes sin garantías reales. A medida que el caso avanza en los estrados judiciales, surgen preguntas que exigen respuestas: ¿qué garantías tiene un jugador frente a un premio validado por el sistema? ¿Hasta dónde puede llegar una empresa en su negativa a responder por lo que ella misma promueve?
Mientras tanto, el Casino Río sigue operando como si nada hubiera pasado, atrayendo a nuevos clientes con luces, música y la ilusión de una fortuna que, al parecer, solo está destinada a alimentar la máquina, pero nunca a salir de ella.
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