Irlanda ha comenzado esta semana un proceso histórico de exhumación en el terreno donde operó el Bon Secours Mother and Baby Home, una institución administrada por una orden religiosa que albergó a mujeres solteras embarazadas entre 1925 y 1961. El lugar, ubicado en la localidad de Tuam, se convirtió en símbolo de una tragedia silenciada durante décadas, tras la confirmación de que bajo una antigua fosa séptica yacían los restos de cerca de 800 bebés.
La exhumación se produce años después de que una investigadora local, Catherine Corless, revelara la ausencia de registros de entierro para cientos de niños que murieron en la institución. Aunque su investigación fue inicialmente desestimada, en 2017 el gobierno irlandés confirmó la presencia de restos humanos en el sitio. La mayoría de estos bebés habrían muerto bajo custodia de las monjas, en condiciones marcadas por el abandono y el estigma hacia las madres solteras.
El proceso actual no solo busca recuperar e identificar los restos, sino también hacer justicia a las familias afectadas y enfrentar uno de los capítulos más oscuros de la historia social y religiosa del país. Para muchos, la intervención representa un paso esencial en la rendición de cuentas y la reparación moral, en medio de un doloroso legado de silencio institucional y sufrimiento oculto.
