El dolor y la incertidumbre continúan marcando el día a día de los habitantes de la vereda Granizal, en el municipio de Bello, tras el deslizamiento de tierra ocurrido el pasado 23 de junio. La emergencia, que ha dejado al menos 22 personas muertas, 8 desaparecidas y más de un centenar de viviendas destruidas, también ha dado paso a tensiones políticas y sociales.
Este fin de semana, la visita del expresidente Álvaro Uribe Vélez a la zona afectada generó incomodidad entre varios ciudadanos, quienes consideraron inoportuna su presencia en medio del luto. Aunque Uribe llegó al lugar para expresar su solidaridad, su recorrido fue interrumpido por una mujer que lo increpó en público.
“Por respeto, aquí tenemos muchos muertos. No queremos políticos, queremos que nos respondan por nuestra gente”, expresó la ciudadana visiblemente afectada, en una escena captada en video y viralizada en redes sociales.
La reacción fue inmediata. Uribe guardó silencio ante el reclamo, pero el momento despertó una ola de comentarios en redes: mientras algunos usuarios aplaudieron la valentía de la mujer y exigieron atención real para los damnificados, otros defendieron al exmandatario, asegurando que su presencia era un gesto de solidaridad.
En paralelo, las labores de búsqueda y rescate no se detienen. Más de 300 unidades entre bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja y Gestión del Riesgo continúan trabajando en la zona del desastre, donde el terreno inestable representa un riesgo latente para los equipos y sobrevivientes.
Las autoridades han habilitado albergues temporales para más de mil personas evacuadas, pero las condiciones siguen siendo precarias. La comunidad clama por soluciones urgentes y sostenibles, más allá de la presencia de figuras políticas.
“Necesitamos máquinas, comida, psicólogos, soluciones… no fotos ni discursos”, dijo otro habitante a medios locales, reflejando el sentir de una población que, en medio de la tragedia, pide acción inmediata y respeto por su dolor.
La tragedia de Bello ha puesto nuevamente sobre la mesa la necesidad de una respuesta estatal eficiente y coordinada ante emergencias, así como el respeto al duelo de las comunidades afectadas.
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