El presidente de Colombia, Gustavo Petro, aterrizó este lunes en China para iniciar una visita oficial con el propósito de fortalecer las relaciones bilaterales y participar en el Foro Ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Durante su estadía, el mandatario sostendrá un encuentro con su homólogo, Xi Jinping, en el que se espera avanzar en nuevos acuerdos comerciales.
Uno de los anuncios más relevantes de su llegada fue la ratificación de que Colombia firmará su adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto global impulsado por el Gobierno chino para ampliar su influencia económica mediante inversiones estratégicas en infraestructura y desarrollo en distintos países.
Sin embargo, el viaje no ha estado exento de controversia. Días antes, en un acto público realizado en Tibú (Norte de Santander), el presidente Petro propuso la exportación de cebolla colombiana al mercado chino como estrategia para diversificar la economía rural, equilibrar la balanza comercial y brindar alternativas lícitas a los campesinos que actualmente cultivan hoja de coca.
“China quiere comprar cebolla. ¿Saben cuánta cebolla le podemos vender?”, afirmó el jefe de Estado, al tiempo que resaltó también el potencial del cacao colombiano y la necesidad de invertir en el agro como base para una transformación productiva sostenible.
No obstante, sus declaraciones han generado críticas por parte de expertos económicos y sectores productivos, que consideran la propuesta poco viable. Señalan que China es uno de los principales productores de cebolla a nivel mundial, junto con India, lo que limita significativamente las oportunidades comerciales para este producto en dicho mercado.
De acuerdo con cifras del Observatorio de Complejidad Económica, en 2024 China exportó más de tres millones de dólares en cebolla, lo que reafirma su autosuficiencia en este rubro y pone en duda la factibilidad de establecer un canal comercial en esa línea.
A pesar de las críticas, el Gobierno colombiano mantiene su apuesta por una agenda de integración económica que contemple nuevos mercados para los productos del campo, como parte de su estrategia para sustituir economías ilícitas por modelos de desarrollo rural sostenibles.
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