Rebose del embalse Urrá: un mecanismo natural de seguridad ante lluvias extremas

El vertedero de la hidroeléctrica está diseñado para descargar hasta 9.000 m³/s de forma controlada cuando es necesario.
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El posible rebose del embalse de la Central Hidroeléctrica Urrá no representa un escenario catastrófico, sino un mecanismo natural de seguridad diseñado para proteger la infraestructura durante períodos de lluvias intensas.

Sin embargo, este evento sí ocasionaría incrementos considerables en los niveles del río Sinú aguas abajo, según los datos técnicos de la central ubicada en Tierralta, Córdoba.

El vertedero de concreto está localizado sobre la margen derecha del río Sinú y tiene una capacidad máxima de descarga de 9.000 m³/s.

Cuando el nivel del agua alcanza la cota de rebose de 130.5 metros sobre el nivel del mar, el agua comienza a fluir de manera controlada a través de este sistema. Esto aún no ha ocurrido, se está a 60 centímetros, pero aunque parezca un margen muy pequeño, el embalse aún tiene capacidad para amortiguar crecientes.

La Central Urrá opera normalmente con descargas de hasta 700 m³/s a través de sus cuatro turbinas. Sin embargo, cuando las lluvias traen más agua de la que puede procesar la central, el rebose permite evacuar grandes volúmenes adicionales sin comprometer la estabilidad de la presa.

Contrario al pensamiento colectivo, Urrá no tiene compuertas, a diferencia de las turbinas que operan con compuertas controladas, el vertedero funciona por gravedad: cuando el nivel del agua alcanza la cota de rebose de 130.5 metros sobre el nivel del mar, el agua fluye automáticamente sin necesidad de intervención humana.

Desde su construcción y entrada en operación, la hidroeléctrica de Urrá ha registrado solo tres rebosamientos en situaciones de fuerte invierno. Una de las principales funciones del embalse es la amortiguación de crecientes motivadas por grandes precipitaciones en el Parque Nacional Natural Paramillo.

En 2010, la empresa completó el proyecto “Aumento de la Capacidad del Embalse”, que permitió almacenar 150 millones de m³ adicionales de agua, mejorando la regulación en el control de las crecientes. Esta ampliación incluyó la instalación de 22 diques fusibles y 2 válvulas tipo clapeta diseñadas para elevarse automáticamente cuando aumentan los niveles del agua.

Cuando ocurre un rebose, el aumento en las descargas al río Sinú puede afectar temporalmente las comunidades ribereñas aguas abajo. Los ocho municipios bajo alerta (Tierralta, Valencia, Montería, Cereté, San Pelayo, Cotorra, Lorica y San Bernardo del Viento) cuentan con protocolos específicos para estas situaciones.

Las autoridades mantienen monitoreo constante de los niveles y pueden coordinar evacuaciones preventivas si es necesario. Los expertos explican que cuando un embalse rebosa se pierde el control parcial de las descargas, por lo que es fundamental mantener la operación de las turbinas para regular el flujo tanto como sea posible.

El rebose, aunque genera preocupación comprensible, representa el funcionamiento correcto de un sistema diseñado para manejar eventos climáticos extremos y proteger tanto la infraestructura como las poblaciones aguas abajo.

  


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