¿Inocente salida o señal de alerta?

Ana Carolina Buitrago Ospina
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En mis historias publiqué un video en donde le preguntaba a Darío por una salida que quería hacer con nuevas amigas. Su respuesta fue: “No, el diablo es puerco”, la famosa frase del papá de Betty la fea, que no digamos mentiras… tiene mucho de verdad. Aunque, claro, depende.

Y no es porque haya desconfianza en la pareja. Quizá sea una mezcla de todo: cuidar la relación, no estar acostumbrados a ambientes separados con personas nuevas, un poquito de celos —porque, ¿por qué no?—. Son emociones que se despiertan, tal vez por esa sensación de que algo puede cambiar… o perderse.

La Palabra dice que “las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”, y sí, hay quienes, por agradar a otros o por querer revivir algo que ya vivieron de solteros, terminan ignorando lo bueno, lo estable… esa bendición que ya tienen en casa.

Y tú dirás: “Usooo Ana Caro… entonces vas a vivir en una burbuja, porque no vas pa’ ninguna parte”. Jajaja, puede ser, pero también hay que ponerse en los zapatos del otro. Cuando Darío empezó en la universidad, jamás permití que “planes” después de clases, nunca me habló de eso. Siempre me anticipaba: “Ni te vistas, que no vas ”. Entonces, esperar que conmigo no aplique, pues… no sería justo.

Ahora bien, ¿qué tiene de malo hacer planes con gente nueva sin tu pareja? Nada. Compartir con personas buenas e interesantes es un plan espectacular. Escuchar nuevas historias, reír, conectar, ver el mundo desde otra perspectiva… es fascinante. Es entender que esa ocasión puede ser una oportunidad para crecer.
Pero no seamos tampoco asolapados. También existen las malas influencias —y eso no es solo para nuestros hijos—. Así que evalúas: ¿ese es realmente mi lugar? Reflexiona y toma la mejor decisión.

Soy consciente de que me casé para compartir mi vida con mi esposo. Él es mi amigo, mi todo, con quien río y sueño. No somos esclavos del otro, somos personas en libertad. Pero si mi pareja tiene la sinceridad de expresarme su incomodidad, no puedo ser obstinada ni minimizar sus emociones solo por querer imponer mi voluntad.

¿Me parece justo? No.
¿Hice berrinche? ¡Claro que sí!
¿Discutimos? También.

Aunque siempre nos pasa algo chistoso… En medio del momento más tenso de la discusión, nos da risa, se nos va la vibra del enojo . Así no se vale, quiero estar enojada, no riéndome.

Entonces, ¿cómo se resuelve? Pues aún no lo sabemos. Estamos en el proceso. Por ahora, estamos de acuerdo en no estar de acuerdo, en ceder, en encontrar balance.

¿Será la crisis de los 15 años de casados?
¿El Espíritu Santo advirtiendo algo?
¿La vejez?
¿Darío debe buscar juicio?
¿Ana Caro se cree soltera?

No lo sabemos todavía. Pero lo que sí tengo claro es que llegaremos a un acuerdo. Las situaciones de pareja no se fuerzan ni se imponen. Los desacuerdos se hablan y se entienden.

Porque siempre hay solución…
Cuando dos personas no quieren tener la razón, sino paz.

  


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